Buscador del blog

sábado, 15 de agosto de 2015

Miedo

Tarde me he dado cuenta de que la he estado cagando más de medio año ya. Porque joder, me he dejado gobernar por el miedo, y el miedo me ha impedido llenarme. Bueno, más que llenarme, estar con quien me llenaba. Ese miedo a que todo saliese mal, ese miedo a que fuese verdad el dicho de «segundas partes nunca fueron buenas», ese miedo a que el sentimiento fuese a más y luego fuese más difícil superarlo. El miedo. El maldito miedo. Siempre el miedo.

Por culpa de ese miedo ya la he perdido. Es tarde. Y mi libertad estaba escondida, porque lo que quería era un yo completo, y ese yo completo no estuvo porque olvidó el carpe diem por vivir en el miedo al futuro. Bueno, más que vivir, morir en él.

Y yo ya estoy muerto en vida, como Neil Perry en El Club De Los Poetas Muertos, pero yo no me pego un tiro. No tengo la valentía como para hacerlo. Ni tampoco la valentía para hablarle e intentar arreglar las cosas. No puedo con este miedo, por mucho que ahora al menos lo sepa analizar. Y es que este miedo me tiene alienado por completo y, aunque sé diagnosticarlo, no sé curarlo. Sí sé, pero no soy capaz. Tendré que viv... morir con esto.

Y he comprendido esto porque ella es lo único que ha podido completar mi vacío existencial. Sólo que antes de estar con ella, no conocía ese vacío, al igual que tampoco conocía la felicidad de sentirme realizado. Pero ahora, después de haber conocido la felicidad pese a todos los malos momentos, soy capaz de conocer el dolor del vacío. Es un dolor muy intenso y constante, pero lo peor de todo es que es indoloro, porque los muertos ni sentimos ni padecemos. Tenemos miedo a la vida. Y ya es tarde. Tarde.

lunes, 13 de abril de 2015

Seamos realmente solidarios

Me dijeron que había que ser solidario. Pero no me dijeron la manera correcta de serlo. Porque, si todos tuviésemos el concepto de solidaridad que se nos suele vender, el de donar algo de dinero, el de realizar algún sencillo evento sin tener que esforzarse mucho, etcétera, no sería más que un simple parche para una herida que cada vez provoca un dolor más inciso y agudo. Sí, está muy bien dar de comer a un pobre vagabundo, pero estaría mejor lograr que ese individuo pudiese subsistir a través de su capacidad de trabajo. Sí, está muy bien enviar donaciones económicas a países empobrecidos, pero estaría mejor permitir que esos países abandonen el subdesarrollo.

La escindida sociedad en la que vivimos está en clara decadencia. Los valores de altruismo, de compañerismo y de búsqueda de la igualdad y de la justicia van tornando a la inexistencia. Nos hemos convertido en autómatas que buscan el bien personal antes que el bien común, llenos de egoísmo y sombras, y esto abre cada vez más la brecha social.

— Juanjo, eso que dices no tiene ningún sentido porque, si cada vez se ve que hay más gente ayudada por actos solidarios, se supone que por consiguiente el egoísmo se está reduciendo, ¿no?

— Pues mira, sinceramente, yo no lo veo así. A cada día que pasa, las influencias que recibimos nos hacen alienarnos más de nuestra propia conciencia para acercarnos al modelo de ideas y de valores impuestos por el sistema capitalista occidental en el que vivimos. Y dentro de estas ideas y estos valores, claramente injustos, hay mecanismos que nos hacen sentirnos bien, creer que no todo es tan horrendo y que las desigualdades se aceptan porque podemos darles ayuda a los desfavorecidos. Y el tipo de solidaridad que solemos practicar, no es más que un mecanismo de nuestra alienación para sentir que estamos acabando con las desigualdades, cuando realmente lo que nuestra naturaleza humana debería buscar sería acabar con lo que genera las desigualdades. Y si cada vez se llevan a cabo más acciones solidarias, es porque estás desigualdades van aumentando progresivamente. Si lo piensas, tiene sentido.

— Ya, pero...

— Pero... ¿qué?

— Pero nada, la verdad.

Es muy duro pensarlo. Nos estamos destruyendo poco a poco de esta manera. Sufrimos una hemorragia y, en vez de atacarla para sanarla, nos limitamos a tomar algún medicamento que atenúe el dolor. Y así nos vamos muriendo poco a poco y sin darnos cuenta. No podemos permitirlo. No debemos.

Por todo esto que he explicado, para concluir este escrito, me gustaría hacer un llamamiento a todo el mundo: frenemos esta hemorragia que nos asola. Sigamos si queremos realizando donativos, preparando eventos y otros actos que nos permitan mejorar la situación de algunos individuos en concreto, pero no olvidemos buscar combatir el sistema que crea estas diferencias y estas situaciones de miseria y de dependencia. A la par que colaboramos en organizaciones no gubernamentales y en otras plataformas solidarias, colaboremos con la misma o mayor entrega en partidos políticos, en sindicatos proletarios, en mesas de debate. Así, buscaremos llevar a cabo el objetivo de crear una sociedad que sea tan solidaria, que en ella no haga falta tener que llevar a cabo la solidaridad de manera explícita. Hagámoslo.


lunes, 2 de marzo de 2015

Hay que hacer daño para cortar la hemorragia

En Medicina, cuando se padece una hemorragia, hay que subsanarla de cuajo, antes de que sea irremediable. Y aunque la solución conlleve dolor para el paciente, se lleva a cabo para lograr el fin de la sanación.

Y la sociedad actual sufre una hemorragia muy profunda, que no es otra que el voraz capitalismo que nos asedia, causante de que el proletariado enferme mientras la burguesía se fortalece con los sueros que deberían ir para los primeros. Todo esto, obviamentente, es una expresión metafórica, si bien es verdad que por los recortes en Sanidad se podría tomar al pie de la letra.

Pero bueno, volvamos al tema central que nos concierne. Muchos detractores del Comunismo, la antítesis del Capitalismo, critican a este sistema achacándole una falta de justicia. Un ejemplo muy celebrado por estos individuos anticomunistas habla sobre el tema de expropiaciones en la vivienda, sosteniendo que es una injusticia que a un individuo que posee varias viviendas que ha comprado con su dinero, el Estado se las expropie para dárselas a otro individuo.

Y bueno, esta opinión, aunque es relativamente comprensible, pienso que no es válida por tener un enfoque incorrecto según mi parecer. Me explico: vivimos en un mundo regido por las oportunidades, y el actual sistema capitalista favorece que los que más oportunidades tienen, vayan disponiendo de más aún de estas progresivamente, y los que menos oportunidades poseen, pues a la inversa tres cuartos de lo mismo. Y esto, según mi parecer, es una injusticia aún mayor que la de la expropiación, ya que tiene el agravante de que la situación irá inevitablemente a peor año tras año, década tras década, generación tras generación. En el ejemplo dado, cada vez habría más individuos con muchas viviendas, y más individuos sin ni una sola. Y esto si que es una gran injusticia. Y si en un momento puntual hay que cometer un acto que no sea del todo justo, como sostienen los capitalistas que son las expropiaciones, con el fin de cortar esta lacra, creo que merece la pena hacerlo.

En este caso, el fin justifica los medios.

lunes, 16 de febrero de 2015

Yo contra mí

— Oye Juanjo, he estado pensando en como estamos, y...

— Mal Juanjo, no pienses.

— Pero, ¿por qué? Nos merecemos estar bien, y para encontrar la solución a un problema, habrá que localizar antes el foco de dicho problema, ¿no?

— Si lo sé, pero no nos hace bien buscar ese foco. No hace más que autodestruirnos poco a poco, y ya tenemos mucha mierda como para hundirnos en nosotros mismos.

— Ya, pero...

— Pero nada Juanjo. Tendremos que soportar este dolor tan indoloro, esta mediocridad constante, este vacío. Si usamos el tiempo en teorizar como sentirnos completos, luego no nos quedará nada de ese tiempo en aplicar lo pensado. Vamos a vivir, reflexionando cuando se requiera, pero no porque sí, no sin motivo. Tenemos que ser fuertes para poder permitirnos pensar a la ligera. Y Juanjo, no lo somos. Nos acercamos a ello, pero sólo somos un sucedáneo de fortaleza. Porque el antiguo Juanjo, ese al que desterramos, dejó marca. Éramos tan débiles, que difícilmente podremos alcanzar algún día plena fortaleza. Muchas veces, tú y yo tenemos claras las cosas, pero la falta de confianza que nos dejó ese maldito bastardo con el que compartíamos cuerpo, se ha quedado como si de un virus letal se tratase. Y afectó mucho, porque él gobernó este desgobierno que somos mucho tiempo. Nosotros sólo estamos aquí meses, como mucho un año, y hemos de reformar esta mierda que heredamos. Y vamos lo más rápido que podemos, pero eso sigue siendo despacio. Por eso no tenemos que perder el tiempo en comernos la cabeza, porque tenemos que actuar. Ya improvisaremos por el camino. Es arriesgado improvisar sin un plan, pero es nuestra única arma para alcanzar la plenitud. Vamos a ser fuertes, vamos a ser felices, vamos a ser.

— ...

— .


miércoles, 11 de febrero de 2015

En Tierra Hostil 5: Crimen contra el buen periodismo

Antes de empezar el comentario, como sé como se las gasta la gente, haré una aclaración ideológica sobre mí. Y es que no me siento afín al régimen norcoreano. Aclaro esto porque sé que más de un individuo pobre en criterio dirá algo del estilo de "Acho tío, eres to' rojo, comunisssta, vete a vivir a Corea del Norte y que te laven el cerebro".

Pero bueno, vamos al tema que nos incumbe. El reportaje que emitieron en Antena 3, llevado a cabo principalmente por el periodista Jalis de la Serna, fue una decepción. Suponía de antemano que no sería un reportaje muy imparcial, pero sobrepasó la línea de subjetividad que no se debe sobrepasar nunca.

Un periodista debe informar de la información que puede obtener y, si bien es verdad que la República Popular Democrática de Corea no facilitaba esta información por su hermetismo, también es verdad que Jalis de la Serna trataba de persuadir a los espectadores de supuestos hechos que no pudo demostrar.

Además, veo una falta de rasero común para creer a unos individuos u otros. Me explico: cuando Alejandro Cao de Benós declaraba algo, Jalis de la Serna decía en la narración en off cosas por el estilo de que son todo mentiras, que no puede ser cierto porque Corea del Sur no deja contrastarlo, mientras que cuando salió una norcoreana exiliada en Corea del Sur, la postura del periodista era creer a ultranza lo que esta mujer decía, sin intentar contrastar nada. Lo único que enseñó la mujer fue un dibujo de un fusilamiento. Si eso es una prueba, que venga Dios (si es que existe) y lo vea.

En resumen, un periodismo de pandereta que me ha decepcionado. No estoy defendiendo ni a unos ni a otros, pero lo que sí que no defiendo es este reportaje, básicamente porque un buen reportero ha de servir la información en bandeja al espectador para que él la interprete según su criterio, mientras que Jalis de la Serna y su equipo ya la dejaban interpretada, haciendo así que la mayoría de la pobación, falta de criterio, se la trague sin analizarla y pensarla. Que triste.

Y ahora, os dejo el enlace de la opinión de Cao de Benós sobre este reportaje, en la que coincido en muchas cosas, lo que no quita que siga oponiéndome a este régimen al que yo le veo rasgos fascistoides. Bueno, ahí va el enlace: Cao de Benós - En Tierra Hostil visita Corea del Norte

Un saludo a todos.

sábado, 31 de enero de 2015

Quizás encontré la dirección, pero perdí el norte

Estaba en medio del bosque, y no sabía como escapar de él. El viaje de mi vida seguía, y yo no podía fenecer allí. Quedaba mucho por recorrer y andar. Las fuerzas flaqueaban. Y allí sólo se atisbaba oscuridad.

Pero, cuando menos lo esperaba, apareció ella. Mi ninfa. La única. Se atrevió a hablarme, pese a mis harapos. Se atrevió a caminar conmigo, pese a los senderos por los que pasé. Se atrevió a confiar en mí, pese a mi pasado. Se atrevió a quererme, pese a su frialdad. A todo se atrevió, por y a pesar de todo. Mi camino poco a poco se esclarecía, las zonas mas tenebrosas del bosque quedaban atrás, pero ella seguía allí. Y de repente, cuando ya salí del bosque, ella abandonó su coraza, el bosque que la amparaba, y proseguimos mi camino juntos. Nuestro camino a partir de dicho momento.

Y fue mía. Y fui suyo. Y fuimos nuestros. Y así, a partir de ahí, el viaje seguía por bellos y luminosos paisajes. La luz abundaba en el cielo y en nuestros corazones. Me esforzaba muchísimo por ella, porque la quería a rabiar. Y ella lo intentaba corresponder, pero su frialdad se lo impedía, lo que me generaba impotencia a rabiar.

Y rabia sentí cuando la ninfa se despidió. La síntesis de mi calidez con su frialdad generó un contraste térmico que acabó por agobiarla. Y ahí me dejó. Me hundí. Me sentí desamparado. Me sentí impotentemente rabioso. Me sentí rabiosamente impotente. Era el adiós. Antes de ella estaba sumido en la oscuridad. Y no quería volver a dicha oscuridad. No.

Pero yo la quiero. Ella me quiere. Nos queremos. Y lo sé. Y lo sabe. Y lo sabemos. Yo lo pasaba mal, obviamente, pero ella igual de mal o peor. Porque se despidió queriéndome. Y no hay peores te quiero que los que no se dicen en voz alta. Y ella ya no podría decirlos. Es duro. Me cuesta. Le cuesta. Nos cuesta. Yo voy hacia una dirección por el sendero, y ella retorna en la dirección opuesta. Y opuestas también son nuestras maneras de actuar, de cicatrizar, de sobrevivir. Yo recurro a la búsqueda de otra ninfa que me ilumine el camino. Ella quiere volver a la coraza de su bosque. Y no soy malo por buscar a otra ninfa.

El camino sigue. Y sé que sin apoyos, mis fuerzas decaerán. Y sé que podría apoyarme en la amiga brisa, o en el familiar sol, pero por muy perfectos que sean, no me completan. Necesito a mi ninfa. Pero ella ya no es mía. Y me es hostil. Piensa que no la quise por estar buscando a otra ninfa. Piensa que la utilicé para salir del bosque. Y se equivoca. Y llora. Y quiere ser fuerte. Le cuesta tanto o más que a mi. Ella me esquiva a mí, pero habla por las noches con mi gran sombra, sombra con la que la obsequié en su día. Me duele verla así. Nos dijimos cosas feas al terminar. Yo me arrepiento. Y quiero creer que ella también.

Podrá haber otras ninfas en mi vida, pero ninguna ocupará su lugar. Podré querer a otras, pero no dejaré de quererla a ella. Podré avanzar miles de kilómetros en el camino, pero no olvidaré los que fueron recorridos con ella. Porque me hizo feliz. Y me quedo con esos momentos idóneos. Y no lo niego, ya he conocido a la que pudiera ser la futura ninfa, pero eso no quita que no duela. Todo lo contrario. Duele. Mucho. Sólo quiero volver a estar iluminado. No pido tanto. Sé que no lo comprendes. Sé que tú no estás buscando a otro a quien acompañar en tu viaje. Pero esto es derivado de mi calidez y tu frialdad.

Quizás no debí ser tuyo. Quizás no debiste ser mía. Quizás hubiese sido mejor que quedase todo en una sencilla amistad. Sólo compañeros de viaje, no de sentimientos como también fuimos. Aunque si lo nuestro fue un error, volvería a errar. Porque te quiero. Siempre lo hice. Siempre lo haré.

Ahora sigo mi sendero hacia el norte, con mi búsqueda de una ninfa que me reconforte. Y tú retornas hacia el sur, a tu coraza, que no me permitirá entrar. Me hiciste encontrar la dirección norte, pero me hiciste perder el norte.

Espero que logres perdonarme por todo lo malo que pude hacer. Ahora solo busco sobrevivir, y que sobrevivas. Ambos no son muy compatibles. Puede que ahora esté siendo algo egoísta. Y perdónamelo. Es el miedo lo que me hace actuar anteponiéndome a mí. El miedo a sumirme de nuevo en la oscuridad. Pero te quiero. Espero que lo superemos y que en un futuro podamos volver a ser compañeros de viaje. Y espero que logres sobreponerte a todo esto, porque te mereces todo lo bueno y más.

No ha sido un final feliz, pero porque no existen los finales felices. Aunque quizás fue lo mejor, ya que tu mirada ya no brillaba,

ya no lucía.